En esos días de febrero de fuego y plomo, el cabo Ponte, bajo el fuego una y otra vez, llevando mensajes y órdenes. Cayó herido. Entonces, uno de los pesados carros de combate soviéticos T-34, en Krasny Bor, rompía las líneas españolas. Los divisionarios carecían de material antitanque para detener su cruel avance. El vehículo rojo rodó hacia el hospital, el lazareto, repleto de heridos, disparando todas sus armas contra los españoles inermes.
Antonio Ponte Anido, atravesado por las balas, cogió una mina del arsenal cercano y corrió como pudo hacia el blindado ruso. Con esa mina se arrojó contra el carro enemigo, desapareciendo él en la explosión. Había salvado la vida de muchos voluntarios, médicos y enfermeras. Son las tres y cuarto de la tarde del 10 de febrero de 1943.
El 17 de febrero de 1944, un año después, el general Asensio, ministro del ejército, concedía, a título póstumo, la Cruz Laureada de San Fernando al cabo Antonio Ponte Anido por su heroísmo durante la batalla de Krasny Bor, al cumplir con las condiciones del artículo 73 del Reglamento de la Orden.
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