José Antonio María Miguel Gregorio, como es bautizado, nace el 24 de abril de 1903 en la calle Génova de Madrid, después de un parto de veinte horas. Hijo de una familia adinerada, es un niño introvertido y tímido que, por otro lado, no tarda en mostrar un fuerte carácter desde su más tierna infancia - de pequeño dejó claro que no le gustaba que le llamasen Pepe o Pepito-.
Le marcarían, sobre todo, dos hechos: La muerte de su madre, cuando contaba cuatro años y la influencia que ejerció sobre él su padre, el militar Miguel Primo de Rivera, que protagonizó el Golpe de Estado de 1923.
Su vida está marcada por los constantes traslados, siempre determinados por el destino asignado a su padre (Cádiz, Jerez, Barcelona, Valencia, Madrid...) Ningún problema para que José Antonio reciba la educación propia de un niño bien.
No solo habla inglés desde muy pequeño, sino que, siendo un niño, no tarda en mostrar su talento literario (La Campana de Huesca- escrito con apenas diez años.) Este talento sería una de sus armas más valiosas en su carrera política.
El joven jamás ocultó su admiración y respeto hacía su padre, al que defendería hasta su muerte, a pesar de que no siempre compartió sus ideas políticas.
Después de acabar el bachillerato, José Antonio se matricula en la facultad de derecho, primero por libre y luego presencialmente. Quiere tomar parte activa en la vida universitaria. Casi siempre había recibido clases particulares y el contacto con otros jóvenes le sirve para trabar amistades con gente de su edad, como la de Serrano Súñer.
Los dos amigos son vivaces, inteligentes, estudiosos y muy amigos de la polémica. Suñer describe a su amigo como "muy cumplido, generoso y leal, pero que podía ser si quería, y a veces lo quería, incómodo y antipático. Ocultaba su timidez con ironía o el sarcasmo más hiriente."
El futuro líder falangista se licencia en derecho en 1922 y comienza a ejercer la abogacía por libre. Un año más tarde, el 13 de septiembre, su padre proclama la Dictadura mediante un Golpe de Estado. José Antonio no participa pero se ha señalado que detrás del discurso de Miguel estaba su pluma.
Ser hijo de quién era le abre muchas puertas, aunque también se le cierra otras. En una ocasión, Serrano Suñer encontró a su amigo irritado después de haber perdido uno de su primero juicios: José Antonio estaba convencido de que la causa era, sin más, que su padre era Miguel Primo de Rivera: "¡Qué culpa tengo yo de que mi padre sea presidente del Directorio! Y mi clientela, ¿qué culpa tiene mi clientela?"
Por otro lado, el joven aprovecha al máximo los privilegios de su apellido: Vida de señorito con actividades como la caza, polo, natación o billar.
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