INTRODUCCIÓN. Barcelona y Madrid fueron, en 1948, las primeras ciudades en acceder a la experiencia televisiva, y en 1956 se establece un servicio regular de emisiones. A pesar de todo, no será hasta la segunda mitad de la década de los sesenta cuando la TV consolide su posición preeminente entre las opciones de ocio del ciudadano español.
En esta misma época se inicia lo que se conocerá como la “Edad de oro” de TVE, que contará ya con dos canales y un modelo de financiación basado en los ingresos por publicidad. Es la época de programas como Gran Parada y series como El Fugitivo o Los Vengadores. (IMAGEN: Logo de TVE)
ANTECEDENTES. La antecedentes de la televisión en España está, como en tantos otros países, firmemente imbricada en la historia de la radio. En los años treinta, como corresponde al reducido nivel industrial de nuestro país, no existen pruebas experimentales de televisión.
La primera exhibición de televisión en suelo español (es decir transmisión a distancia de imágenes y sonidos) se produjo por los técnicos alemanes durante el desarrollo de la Guerra Civil (noviembre de 1938). Los nazis presentaron a Francisco Franco y uno de sus ayudantes la Fonovisión, un sistema de ‘videoteléfono’ que diríamos hoy; se ignora la calidad de la prueba a pesar de que existen fotografías que dan fe de su realización.
Hubo que esperar diez años para que en 1948, en Barcelona y en Madrid, se produzcan las primeras demostraciones de lo que hoy en día entendemos por televisión. En ese año únicamente existen emisiones regulares en Gran Bretaña y en Estados Unidos y a pesar de que se apunta el doble modelo televisivo: público para Europa y privado para América, todavía no están fijadas definitivamente sus características. De hecho las exhibiciones que se hicieron en España fueron realizadas por empresas privadas como la holandesa Philips y la norteamericana RCA en ambos casos con el objetivo de convencer a las autoridades de la bondad de sus ofertas.
A partir de una fecha indeterminada entre 1951 y 1952, lo que años más tarde se denominará TVE comenzará sus emisiones en prueba.
INICIOS. El 28 de octubre de 1956 comenzaron oficialmente las emisiones regulares en España (IMAGEN: Ministro de Información en el acto inaugural). Los programas inaugurales se iniciaron a las 20:30 y el contenido consistió en la retrasmisión de una misa, unos discursos oficiales, la exhibición de dos entregas del NO-DO, unos reportajes filmados y las actuaciones de unas orquestas y de los ‘Coros y Danzas falangistas’.
Las emisiones se hacía desde Paseo de la Habana madrileño que disponía de un minúsculo plató de unos cien metros cuadrados. Durante casi tres años TVE fue una televisión local con ámbito de cobertura limitado exclusivamente a la ciudad de Madrid.
Dos años y medio más tarde, en febrero de 1959, coincidiendo con un partido de fútbol Real Madrid - F.C. Barcelona se estrena el servicio en las ciudades de Barcelona y Zaragoza. A pesar de que parece una exageración, la prensa de la época subrayó que se acabaron todos los televisores que estaban a la venta en la Ciudad Condal.
La expectación se repitió en todos los sitios. El primer día de programas, levantó una riada de comentarios y un éxito sin precedentes. Aún así, se tardó años en que la gran mayoría de los españoles tuviera acceso a los programas. La televisión llegó a las dos Castillas, aprovechando el repetidor colocado en la Bola del Mundo en la sierra de Guadarrama, en octubre de 1959, a Valencia en febrero de 1960, a Bilbao en diciembre de 1960 (desde agosto los bilbaínos recibían programas... con un día de retraso), a Galicia y Sevilla en octubre de 1961 y, dando por cerrada la red, a Canarias en febrero de 1964.
AUGE. Hasta 1959 en España no se produjeron televisores: eran un producto de gran lujo que había que importar desde el extranjero, y accesible por ello únicamente a una reducidísima minoría de la población.
A partir de primeros de los años sesenta, los poderes públicos se plantean políticas para incentivar el consumo y potenciar la penetración del medio en la sociedad. El Estado incitó con diversas medidas al consumo; por ejemplo, en 1961 anuló el impuesto de lujo a los aparatos, en 1962 se permitió la venta a plazos de los televisores (hasta ese momento existía un aceptable mercado de alquiler de aparatos); y durante toda la década de los sesenta los anuncios publicitarios de los receptores contaban con tarifas inferiores a la de los otros productos.
Al final de la década, se considera que la televisión tiene una amplia cobertura en España. No existen cifras absolutamente fiables pero se considera que en ese tiempo hay unos tres millones y medio de aparatos que equivalen al 40% de los hogares del país.
Los españoles también fueron cambiando sus ideas sobre la televisión. A la altura de 1966 el aparato televisivo ocupa en las encuestas oficiales un discreto séptimo lugar en los deseos de posesión de bienes de consumo en las ciudades y nada menos que un duodécimo en las localidades rurales. Para aquellos españoles de los sesenta la televisión se considera menos necesaria que la radio, el agua caliente, la nevera eléctrica, la máquina de coser o la lavadora, aunque más necesaria que la moto, el coche o el teléfono.
EDAD DE ORO. En la segunda mitad de la década de los años sesenta, cuando los españoles han legitimado a la televisión como su principal forma de ocio, TVE vive su particular edad de oro (IMAGEN: Estudio Abierto,cuyo presentador fue José María Iñigo). Sin problemas financieros significativos, la televisión española se ha convertido, en poco más de una década, en una máquina de hacer dinero, con capacidad de producción para elaborar programas competitivos en el contexto de los festivales europeos. Los ingresos se consiguen a partir de lo que se recauda por los anuncios emitidos.
Puede decirse que la edad de oro se inicia con la inauguración de los estudios de Prado del Rey en 1964, que acaban con la precariedad técnica de los orígenes, y continúa con la puesta en marcha de la oferta complementaria de TVE 2 (conocida popularmente durante lustros como “el UHF”).
Lo más significativo siempre es la producción propia española. En primer lugar, los programas de variedades como Gran Parada (el primer gran éxito de la televisión en España), Amigos de los lunes, Salto a la fama (pensado para encontrar nuevas figuras de la canción) o Galas del sábado, entre otros. En un segundo bloque encontraríamos los concursos de preguntas y respuestas como Cesta y puntos, Un millón para el mejor o en los primeros años setenta el célebre Un, dos, tres... responda otra vez; pero también los programas divulgativos como los de Félix Rodríguez de la Fuente o los infantiles.
Y sobre todo la ficción propia como Novela de treinta minutos de duración por capítulo. En este campo de la ficción, y si exceptuamos el primer premio del Festival de la Canción de Eurovisión que consiguió Massiel en1968, TVE consiguió algunos de los más prestigiosos premios internaciones con obras como El asfalto (1966) o Historias de la frivolidad (1967), ambas de Chicho Ibáñez Serrador o El irreal Madrid (Valerio Lazarov, 1969).
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