Mussolini, después del gran fracaso de Graziani en Libia, se dirigió a Hitler en demanda de apoyo. El Führer decidió formar a las órdenes de Rommel un cuerpo expedicionario para África (África Korps) y aconsejó al Duce que tratara de conseguir de Franco la conformidad para que España entrara en la guerra.
Los éxitos obtenidos por las fuerzas británicas de Wavell obligaban a poner en práctica los planes del Alto Mando alemán para la conquista de Gibraltar y el cierre del Mediterráneo.
El conde Ciano escribió a Serrano Suñer y se convino que el Duce y el Caudillo se entrevistaran el 12 de febrero de 1941 en la localidad transalpina de Bordighera. Ciano no asistió a la conferencia por encontrarse en el frente griego como piloto activo. Franco asistió a la misma por tierra, en tren para ser exactos. Formó un directorio donde Varela, Vigón y Bilbao serían los gobernantes mientras Franco estuviera fuera.
Mussolini no hizo alusión en momento alguno de la entrevista a la ayuda que Italia prestó al general Franco durante la Guerra Civil. El Duce expuso la seguridad que tenía el Eje de alcanzar la victoria total.
Opinaba que España no podía permanecer al margen de la guerra, pero la forma y fecha de su entrada en el conflicto dependían exclusivamente de Franco.
Franco, por su parte, sostuvo la tesis de Hendaya: él no se negaba a colaborar militarmente con el Eje, pero necesitaba suministros de trigo y gasolina, productos que ahora recibía de ultramar y que se cortarían el día en que España entrara en la guerra.
La entrevista acabó tomando nota Mussolini de las dos condiciones que España exigía como precio de su entrada en la guerra:
1) Satisfacción inmediata de las demandas de trigo, armamento y carburante.
2) Revisión de las concesiones territoriales que España recibiría en el norte de África.
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