Catedral de Oviedo en estado de ruina. |
Tras conocerse en la península Ibérica la sublevación del 17 de julio de 1936 de las tropas españolas en Marruecos contra el gobierno del Frente Popular, en Asturias, sindicatos obreros y partidos izquierdistas empiezan a formar milicias armadas para combatir la revuelta.
En Oviedo (capital de la provincia de Asturias) el coronel Antonio Aranda está al mando de la guarnición local y anuncia su lealtad al gobierno republicano, ya que, era evidente su integración en la masonería y leal republicano. Las autoridades de Madrid aceptaron sus declaraciones y permitieron que centenares de mineros de la región asturiana dejaran su provincia para acudir a formar milicias en otras zonas.
Inteligente maniobra que permitió al Coronel Aranda adherirse al Alzamiento Nacional el 19 de julio del treinta y seis. Por lo que resultó fácil a las fuerzas Nacionales tomar el control de la Capital, con escasa oposición.
Aunque pronto se dieron cuenta de la difícil situación, ya que, la totalidad del Principado estaba en manos de leales al Frente Popular. Los pequeños focos como el Cuartel de Simancas cayeron al fuerte empuje de las milicias rojas. Éstas no tardaron en cercar la invicta capital.
Los milicianos disponían del material obtenido de la fábrica de armas de Trubia y de una proporción de diez a uno en cuanto a número de efectivos. Aranda había previsto esta posibilidad en tanto que la provincia había sido un bastión de izquierdas desde la Revolución de Asturias de 1934;
No obstante (debido a esta eventualidad) las autoridades de la República habían aumentado desde entonces el número de tropas de guarnición en Oviedo y habían depositado allí gran cantidad de armas de largo alcance y municiones. Aún así, eran escasísimas para la defensa de un perímetro enorme con tan solo cuatro baterías de montaña, siendo rápidamente superada la fuerza de fuego por parte de las tropas de la república.
Casi todas las tropas regulares de la provincia estaban concentradas en Oviedo y se habían unido a la revuelta. En consecuencia las tropas republicanas que se oponían a los sublevados estaban formadas casi exclusivamente por milicias de obreros y mineros de los sindicatos UGT y CNT, en una excelente ubicación estratégica (cercaban totalmente Oviedo desde las colinas que la rodeaban) y muy superiores en número a los rebeldes, pero con escaso entrenamiento militar y poca munición disponible.
La decisión tomada por las milicias rojas de asaltar el Cuartel de Simancas, permitió al Coronel Aranda colocar posiciones y fortalecer las defensas de la capital. Un tiempo valioso.
El 16 de agosto del treinta y seis cae el Cuartel de Simancas y las milicias encaran sus operaciones hacia la capital asturiana. A su llegada encontraron que las colinas que circundaban la capital están tomadas por el bando Nacional. Una de las primeras medidas del Frente Popular fue la de cortar el agua, aunque el intervalo de tiempo dado a las fuerzas alzadas desde la sublevación, permitió a éstos suministrarse grandes cantidades de agua y alimentos para resistir el sitio.
Al aproximarse desde Galicia tropas del bando Nacional en apoyo de los cercados de Oviedo, los ataques de las milicias se hicieron más severos y sostenidos, con artillería que bombardeaba la ciudad.
La gran ventaja de las milicias republicanas era su abrumadora superioridad numérica (algunos autores calculan aproximadamente 3.000 sublevados contra 10.000 milicianos) y en el curso del mes de septiembre el cerco se hizo más estrecho al ir conquistando las milicias las colinas donde se atrincheraron los rebeldes. El agua empezó a escasear en Oviedo, causando enfermedades infecciosas entre la población civil y los sublevados, bajas que no podían ser repuestas fácilmente.
Los milicianos determinaron lanzar la ofensiva final sobre la plaza el 4 de octubre, aniversario de la revolución del treinta y cuatro. El nerviosismo de las milicias aumentaba cuando llegaron buenas nuevas de que los refuerzos de Galicia estaban a cuarenta kilómetros.
Hacia el 12 de octubre las milicias habían vencido todas las defensas del perímetro de Oviedo y empezó el combate urbano dentro de los edificios de la ciudad misma, con gran tenacidad de ambos bandos.
Resistieron y el día 16 de octubre las tropas rebeldes de Galicia entraron en Oviedo, abriendo un pasillo y se unieron a las fuerzas de Aranda y obligaron a la retirada de las milicias.
Las tropas franquistas habían establecido un corredor terrestre desde Galicia hasta Oviedo, pero con el curso de los días también habían ocupado sectores montañosos del oeste de Asturias. Los republicanos no renunciaron a la toma de la ciudad y sometieron a un castigo severo a los habitantes, bombardeando el Hospital de Llamaquique. El telegrama en que da la orden de bombardeo sobre el hospital está disponible en la Hermandad de Defensores de Oviedo.
La necesidad de defender la ciudad y el estrecho corredor que la unía al resto del territorio nacional implicó que gran cantidad de unidades franquistas se concentraran en la zona, haciendo del resto de Asturias un territorio bastante tranquilo hasta las grandes operaciones militares en Asturias de mediados de 1937, con la Batalla de El Mazuco.
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Album fotográfico de la Hermandad de defensores de Oviedo.
Página web de la Hermandad de defensores de Oviedo.
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