Franco, aunque entre persistentes rumores sobre su delicado estado de salud, se preparaba para celebrar el trigésimo quinto aniversario de su elevación a la Jefatura del Estado. El 22 de julio de 1969, el dictador había designado sucesor a Don Juan Carlos, cerrando un periodo traumático. Pero el final de ese año le tenía reservado una desagradable sorpresa: un escándalo económico daría paso al definitivo ocaso del régimen.
En la primera quincena de septiembre, el Gobierno encargó investigar un caso de corrupción. Informaciones inquietantes sobre una desconocida empresa llamada Matesa (Maquinaria Textil del Norte de España, S.A.) fueron conquistando las páginas de la prensa del Movimiento, desbancando a las noticias sobre el veraneo en Palma o en Marbella y demás cotilleos del relajado periodo estival.
Creada por un financiero catalán, Juan Vilá Reyes, aventajado hijo de la emprendedora burguesía barcelonesa y más conocido para el gran público por presidir el club de fútbol Español, la compañía fue saludada como la primera multinacional española.
Su éxito se basó en la fabricación de un revolucionario telar sin lanzadera, marca Iwer, cuyas piezas importaba desde EEUU y que se montaba en España. El telar era presentado como un producto nacional del que supuestamente se exportaban miles de unidades, vendidas a numerosas empresas filiales que la propia empresa había establecido en varios países. Un modelo de 'holding' financiero en pleno auge del desarrollismo.
En realidad, el telar se vendía poco y mal en el mercado internacional. La empresa empezó a exportar sin freno para beneficiarse de los créditos y ayudas oficiales. Cientos de telares se almacenaban en los depósitos de la compañía, dentro y fuera de España, mientras las empresas filiales los compraban en una operación de 'autoventa'. Hasta agosto de 1969, Matesa había recibido créditos por valor de unos 10.000 millones de pesetas, y se había beneficiado de un 11% de desgravación fiscal. Un escándalo financiero de esa magnitud no podía pasar desapercibido a pesar de la opacidad del régimen, y mucho menos si hacían su aparición fuertes intereses políticos.
La ocasión parecía que ni pintada para que los dirigentes del Movimiento -los 'azules'- plantaran batalla al sector emergente que le hacía sombra: los todopoderosos ministros económicos salidos del Opus Dei -los 'tecnócratas'-, que habían propiciado las operaciones fraudulentas de Matesa.
El 28 de julio de 1969, Vilá Reyes fue detenido en su domicilio. Su hermano Fernando y su cuñado Manuel Salvat Dalmau, directivos de la empresa, ingresan en la cárcel de Carabanchel. Todo estaba preparado cuidadosamente para el asalto final. La estrategia de los 'azules', con Manuel Fraga, ministro de Información, y José Solís, como cabezas visibles, era clara: descargar la artillería pesada de la prensa del Movimiento contra las huestes de los 'tecnócratas'.
El diario 'SP', próximo a Falange, entró al trapo el 9 de agosto con un editorial de primera página:
"El control público de la empresa privada Matesa lleva camino de convertirse en el 'affaire' más sonado de los 30 últimos años, pues sus incidencias económicas y financieras (...) bordean las fronteras del escándalo, la ligereza y el fiasco".
Los lectores asisten atónitos a una libertad informativa sin precedentes, que no tardó en volverse contra sus instigadores. Así lo intuía 'Nuevo Diario':
"El hombre de la calle, espectador mudo y asombrado (...) adivina que, en el fondo, se está ventilando una durísima y nada académica lucha por el poder".
El propio Vilá Reyes denunció posteriormente la 'confabulación': "Así se provoca el mayor escándalo público del franquismo. Todos los medios de comunicación oficiales desencadenan una intensa campaña (...) Tan sólo en los diarios de Madrid aparecieron, en un mes y referidos a este tema, 44 editoriales, 14 chistes, 371 informaciones -74 en primera página-".
Para el almirante Carrero Blanco, el asunto Matesa era uno de los "cuatro problemas políticos que si no se resuelven en su conjunto con la debida urgencia" podrían "erosionar seriamente nuestro régimen".
Carrero Blanco estaba ultimando la mayor crisis de gobierno del franquismo:
"En el 'caso Matesa' hay que distinguir su vertiente económica y su vertiente política, es decir, entre el hecho del fallido bancario de mayor volumen registrado en España y el de su escandalosa politización mediante una campaña de Prensa que ha lesionado no sólo el crédito exterior de nuestra economía, sino incluso la fama del Régimen al presentarlo como minado por la corrupción...".
Era la sentencia para los 'azules' (Falangistas). Los ministros 'tecnócratas' del Opus Dei, que aparecían en los primeros momentos como seguras víctimas, saldrán finalmente reforzados de la crisis, gracias a la bendición de Carrero Blanco.
El 29 de octubre se materializa la mayor remodelación ministerial del franquismo. El nuevo Gobierno fue identificado como "monocolor" por la abrumadora mayoría de los miembros del Opus Dei. Es la victoria completa de Carrero Blanco y del 'tecnócrata' Laureano López Rodó.
Fraga y Solís salen del Gabinete y se prepara el procesamiento de los ex ministros Espinosa San Martín, García Moncó y Navarro Rubio.
La Audiencia Provincial de Madrid dictó sentencia en 1975 condenando a Vilá Reyes por estafa. Pasó cinco años en la cárcel y se benefició finalmente de la amnistía promulgada por el rey Juan Carlos.
Sin duda, el caso puso de relieve la lucha interna entre los distintos miembros de la familia franquista. La guerra declarada de los componentes del movimiento a los tecnócratas y viceversa.
FUENTE: Diario el MUNDO y Enciclopedia WIKIPEDIA.
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