2ª Carta.
Madrid 12 de agosto de 1934
Excmo. Sr. Don José Sanjurjo Sacanell
Monte Estoril
Mi respetado y querido general: Ahora, que ya habrá cesado la fiebre de cartas y telegramas de felicitación por la boda de Justo, le escribo yo también para felicitarle. Después de tantos sinsabores que lleva Vd. sufridos de algún tiempo a esta parte, la boda de Justo le habrá proporcionado una gran alegría y le habrá hecho ver que sus buenos amigos no le olvidan.
Recibí su grata del 18 de junio y mucho le agradezco su enhorabuena por mi vuelta a activo. Desde luego no hay que esperar -por lo menos en una muy larga temporada- que me coloquen y no creo sea por oposición sistemática del Gobierno actual, sino por otras razones que a Vd. se le alcanzaran y que algún día- así es de esperar terminaran. En cuanto a la situación política, nada puedo decirle que Vd. no sepa. El Gobierno -al que desde luego animan los mejores propósitos- tiene el grano de Cataluña cada vez mas hinchado y para colmo, ahora se le presenta el pleito de las Vascongadas. Todo ello impide que la vida nacional pueda desenvolverse como es debido.
Creo que desde la implantación de la República se vienen cometiendo errores que dificultan su definitiva consolidación, que han hecho daños grandes al régimen y, sobre todo, a la nación. No veo, por otra parte, que los partidos extremos estén dispuestos a dar una tregua para la normalización de la vida española, ni veo a este Gobierno decidido a dar la batalla de una vez, eso que hay elementos en él que estimo tienen energía y saben lo que se traen entre manos. Y no hay que darle vueltas, mas pronto o mas tarde, tendrán que dar batalla al socialismo y organizaciones afectas o simpatizantes si es que no quieren que España caiga en la desdichada situación del pueblo ruso. Es una verdadera desdicha que no se piense un poco mas en España y bastante menos en los personalismos.
Hace Vd. bien en seguir ahí apartado de todo, pues de vivir aquí no le dejarían en paz tirios ni troyanos; los unos con sinceras o hipócritas zalamerías, los otros con sus persistentes ataques.
En fin, mi general, basta de lata por hoy. Póngame a los pies (q.b) de Maruja, besos al pequeño y Vd. reciba el afecto de un buen amigo y siempre subordinado que le quiere.
Firmado: Emilio Mola
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