Jorge Juseu defendía en similares términos una Monarquía a la Española (1971). Defendiendo la autonomía de los cuerpos intermedios de la sociedad, y limitando la intervención estatal y su aparato burocrático, Juseu postulaba una “democracia orgánica” fundada en “in dubiis libertas in necesarias unitas”. Ésta, retomando a Maeztu, partía del autoritarismo como principio de unidad política y del gobierno elitista, y finalizaba en la instauración de una Monarquía social equidistante de la hereditaria y de la popular.
Entre ambas nacía una forma política monárquica presidida por la concentración de poderes en la Jefatura del Estado; por ello, el sistema de designación “del jefe único del Estado” se realizaría en virtud del “prestigio de sus virtudes” y por la elección de una “selecta minoría de hombres eminentes”. En ella se configuraba “un régimen tradicional adaptado a los nuevos tiempos” y revitalizador de las costumbres “eternas” y articulado en los siguientes puntos: democracia orgánica, monarquía gobernante y catolicismo oficial; pero régimen autoritario limitado por los derechos colectivos de corporaciones, organismos naturales y asociaciones de interés público.
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