lunes, 8 de abril de 2013

Las Trece Rosas.

Se conoce como Las Trece Rosas, a todas aquellas chicas que por sentencia de un consejo de guerra, fueron fusiladas junto con cuarenta y tres hombres, un 5 de agosto de 1939, pasados apenas cuatro meses de la finalización de la contienda civil.

Es fácil acudir al sentimentalismo en cualquier momento. Eran trece jóvenes, alguna menor de edad (entonces estaba establecida a los 21 años) y de oficios y condición modesta. 

Pero la mayoría de ellas pertenecían al sector más fanático y estalinista del Partido Comunista de España. Su juventud y las ganas de cambiar el mundo fueron los preceptos que sirvieron de masa para la reorganización en Madrid de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU).

A falta de la Pasionaria, Santiago Carrillo –otro joven como las rosas o Ignacio Gallego, los sectores más extremistas del bando frentepopulista se aprovecharon de jóvenes de escasa formación para sus acciones terroristas.

Efectivamente, el fusilamiento de Las Trece Rosas fue fallado por el Consejo de Guerra Permanente número 9, en la causa número 30.426 en procedimiento sumarísimo de urgencia, acusadas de un delito de adhesión a la rebelión.

ANTECEDENTES.

Fueron catorce camiones venidos de Alicante los que trajeron a Madrid a los más significativos dirigentes del SIM (Servicio de Información Militar), nombre de la agencia de inteligencia y del servicio de seguridad de la Segunda República Española, creada en 1937 al objeto de ejercer el espionaje y contraespionaje y ejercer una fiel represión al bando Nacional y sus partidarios.

Ninguno tenían hasta ese momento responsabilidad política ni criminal conocida. Y quedaron en libertad en aquel Madrid recién liberado. José Pena, Severino Rodríguez, Federico Bascuñana inmediatamente, se pusieron a trabajar armando a las células de las JSU, 

Será "El Pionero" el designado como jefe de la rama militar. Éste, Silesio Cavada Guisado, fue considerado el inductor del asesinato del comandante Isaac Gabaldón Irurzun, su hija Pilar (de 10 años de edad) y José Luis Díaz Madrigal, soldado conductor, un 29 de julio de 1939. 

Sería este crimen el detonante de la erradicación de las células del JSU en Madrid, entre ellas, las Treve Rosas.

Los autores de este triple asesinato fueron Damián García Mayoral, Saturnino Santamaría Linacero y Francisco Rivares Cosial que iban disfrazados con uniforme del ejército nacional, que aprovechando un auxilio mecánico, aprovecharon la ocasión para cometer tal tropelía.

JSU EN MADRID.

Aquellas jóvenes venían, algunas de ellas, de formar parte de los batallones comunistas que operaban en la sierra madrileña. Tenían conocimiento de las armas, cuya consecución y custodia les fue encomendada. Y conocían de los preparativos de un atentado a gran escala el día del desfile de Castellana el día de la victoria Nacional.

Ana López Gallego tenía órdenes de no actuar en el desfile hasta después del mismo, ya que las tropas se encontrarían dispersas y ése sería el momento de actuar con bombas y mecha que tenía preparadas la rama femenina “por estimar que por su condición de mujeres les sería más fácil el transporte de explosivos”.

Debido a una serie de investigaciones, se descubre el organigrama del Partido Comunista. En el comité Nacional de éste figura Carmen Barrero Aguado, y en el provincial Pilar Bueno Ibáñez.

Los documentos desvelan una infiltración en el Movimiento Nacional con el ánimo de desarmar a las escuadras falangistas. Virtudes González García, Nieves Torres, Mari Carmen Cuesta Rodríguez y Anita Vinuesa.

La implicación de éstas jóvenes en un proyecto no exento de riesgo, formó parte de sus credenciales ante el tribunal que las juzgó y las condenó a muerte.

FINAL.

Llegó el día del juicio. Fueron ilusionadas, creyendo que verían a sus novios y maridos, decía Carmen Machado.

Ellas se llamaban Ana López Gallego, Victoria Muñoz García, Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez de la Fuente, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite, Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vázquez, Adelina García Casillas y Julia Conesa Conesa. Eran modistas, pianistas, sastras, amas de casa, militantes todas, menos Brisac, de la JSU.


"Luchábamos por un ideal", dice una de sus miembros. Otra: "Nos afanábamos por la libertad, por un mundo mejor, porque el trabajador pudiera vivir en condiciones". Una tercera: "Defendíamos la República que había sido elegida en 1931, mejorándola". Y cuarta: "Mi conciencia política surgió tan pronto empezó la guerra. Tenía 15 años y debía pelear, no había más remedio".


La mayoría de las ejecuciones (incluyendo las de "las Trece Rosas") tuvieron lugar en la madrugada del 5 de agosto de 1939, junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid, a 500 metros de la prisión de Las Ventas. Al día siguiente fueron fusilados los autores materiales del atentado.

En fin, otra tragedia más que nos deja la guerra civil española. Cómo unos políticos sin escrúpulos usan, en nombre de la libertad y sin poner en riesgo su propia seguridad e integridad, a jóvenes entusiastas y siempre revolucionarios con ganas de cambiar las cosas. Ningún político merece tu vida.


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