En la década de los 70 el Jefe del Estado español Francisco Franco nombra como presidente de gobierno a quien está designado para ser continuador del régimen, el almirante Luis Carrero Blanco.
El conflicto vasco, con la organización politico-militar ETA al frente está candente.
Pocos meses después del nombramiento de Carrero Blanco como presidente del gobierno, cuatro jóvenes vascos, encuadrados en el comando Txikia de ETA se dirigen a la capital española con la misión de asesinar al Almirante.
Carrero Blanco tiene una rutina diaria, la de ir a misa a las nueve de la mañana. Por una de las calles que recorre el Almirante, la Claudio Coello, los guerrilleros vascos rentan un sótano haciendose pasar por escultores.
A partir de entonces comienzan a vigilar todos los movimientos del Almirante cuando acude a misa y hasta se llegan a sentar detrás de él, sin que los escasos servicios de seguridad sospechen de esos jóvenes bien vestidos y de correctos modales.
Mientras que por las mañanas vigilan los movimientos del Almirante, el resto del día trabajan en el sótano alquilado en donde lentamente van construyendo un túnel en forma de T.
Las dificultades que encuentran son numerosas, pues a medida que van escarbando el olor a gas cada vez es más fuerte. Los sacos de tierra que van llenando ocupan ya casi todo el sótano y el peligro de que hay un desprendimiento de tierra y los aplaste, cada vez es mayor, por lo que tienen que trabajar de uno en uno y en relevos. Dado el peligro deciden entrar al túnel con la pistola alimentada y cargada con el propósito de suicidarse si se quedasen atrapados, para evitar una muerte lenta.
Tras muchos esfuerzos al fin concluyen con el trabajo. Colocan las cargas de explosivos (100kg de goma dos) sacan un cable por toda la calle hasta una esquina, en donde uno de los etarras, subido en unas escaleras hace una conexión a una toma de luz.
En la esquina contraria, un segundo etarra dará la señal cuando el automóvil del Almirante llegué a la altura acordada. Los otros dos militantes esperan atentos a que llegue la explosión, uno dentro del coche de huida y el cuarto listo por si el compañero que hará estallar las cargas sufre un accidente y se cae de las escaleras.
Puntual como siempre llega el Almirante a su trágico final. Desde lo alto de la escalera el terrorista, que se hace pasar por electricista ve la señal del compañero y aprieta el dispositivo. Al momento se levanta una gran nuve de humo y tierra y sin ser visto, el coche del Almirante desaparece del suelo para subir una altura de cinco pisos y caer al otro lado del edificio desapareciendo de la vista de cualquier curioso.
La complejidad del atentado y su cercanía con la embajada de los EE.UU. hizo sospechar que tal vez otras organizaciones estuvieran implicadas como la CIA, lo que fue desmentido por los autores del atentado.
El el año 2008 se desclasifica una nota de la embajada de los EE.UU. en Madrid al Departamento de Estado del Gobierno de los EE.UU en el que se afirma que El mejor resultado que puede surgir... sería que Carrero desaparezca de escena, con posible sustitución por el general Díez Alegría o Castañón.
El hecho de que Carrero Blanco impidiera a los Estados Unidos usar la bases americanas en territorio español llevó a la agencia soviética Tass a declarar que la CIA había asesinado a un político franquista de tendencia nacionalista que se niega a entrar en la OTAN y a cumplir ciegamente las órdenes de Washington.
La única persona que supuestamente vio la cara al conocido como «hombre de la gabardina blanca» que entregó los horarios y rutas de Carrero Blanco en el Hotel Mindanao de Madrid, murió en 1978 a manos de una organización paramilitar, el Batallón Vasco-Español. Asimismo, uno de los presuntos autores materiales del atentado fue asesinado poco después.
Un año después, en 1974, ETA cometía su primer atentado masivo. El escenario sería la Cafetería Rolando de la Calle Correo de Madrid, lugar que al parecer frecuentaban policías. A causa de la explosión murieron 12 personas, todas ellas civiles, y otras 80 resultaron heridas.
Las discrepancias estratégicas entre las diferentes corrientes de ETA aumentan tras la masacre. Una nueva asamblea de ETA concluye en una escisión interna en dos grupos. Los primeros –minoritarios- propugnaban la lucha militar, mientras que los segundos –mayoritarios- incidían también en la vertiente política. Unos y otros continuaron atentando: unos bajo las siglas ETA-m (ETA-militar), y los otros como ETA-pm (ETA-político militar).
No hay comentarios:
Publicar un comentario